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Editorial

El objetivo de las prácticas hindúes

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Dharma, seva, puja y raja yoga llevan a la purificación de la mente, lo que es la esencia de todos los esfuerzos espirituales

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por Satgurú Bodhinatha Veylanswami

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Frecuentemente, cuando se exponen prácticas hindúes, las acciones en sí se describen con poca o ninguna explicación sobre su objetivo. Esto pudo haber funcionado en tiempos antiguos, pero los practicantes de hoy piden razones claras y perspicacias sobre sus sadhanas. Cuatro prácticas tradicionales pueden servir de base a nuestra exploración. 1) A los hindúes se les enseña a seguir el dharma y a abstenerse de acciones adhármicas como el dañar a otros, robar o mentir. 2) Seva, el servicio desinteresado, debe realizarse de manera regular. 3) Se realiza o se asiste diariamente a la puja en la capilla del hogar y semanalmente en un templo cercano 4) Las disciplinas de raja yoga, lo que incluye formas profundas de meditación, son una práctica diaria para el más devoto. ¿Qué es lo que hace importante a estas prácticas? En las fe de Occidente la razón para llevar a cabo prácticas religiosas es que definen el buen camino que lleva al cielo al practicante. Sin embargo, esa no es la razón por la que son importantes en el hinduismo y en otras religiones del este.

Para comenzar a responder la pregunta anterior, examinemos una creencia central hindú: la divinidad innata del hombre. Gurudeva, Sivaya Subramuniyaswami, lo expresó bellamente: “En nuestro interior somos perfectos en este momento y sólo tenemos que descubrir y estar a la altura de esta perfección para estar completos. Hemos nacido en un cuerpo físico para crecer y evolucionar hacia nuestro potencial divino. Interiormente ya somos uno con Dios. Nuestra religión contiene el conocimiento de cómo percatarse de esta unidad y no crear experiencias no deseadas en el camino”.

Una analogía ilustrará esta idea. Imagina un estanque de agua con grandes pepitas de oro al fondo. Si la superficie del estanque tiene ondas debido al viento, o si el agua está poco clara debido al lodo o la contaminación, no podemos ver las pepitas de oro desde arriba. Las pepitas representan nuestra naturaleza del alma; las ondas en la superficie del estanque representan una mente intelectual activa y la poca claridad del agua representa impurezas subconscientes. Para poder experimentar nuestra naturaleza del alma y la unidad con Dios, nuestro intelecto tiene que estar callado y nuestra mente debe ser pura. También necesitamos ser un observador sensible y humilde.

Esta analogía responde a nuestra pregunta “¿Cuál es la razón por la que las prácticas espirituales hindúes son importantes?” Son importantes por su impacto en nuestra mente. Ese impacto es triple: 1) purifican la mente; 2) silencian el intelecto y 3) espiritualizan al ego, y así nos permiten, tarde o temprano, experimentar nuestra esencia divina. Aquí me voy a enfocar en el primer punto, pero ten en mente que los otros dos son igualmente esenciales para el progreso y esfuerzo espiritual.

Una entrada en la Enciclopedia del Hinduismo (del India Heritage Research Foundation) nos dice: “Shuddi significa purificación. Chitta es mente. La purificación de la mente (chitta-shuddhi) puede llamarse la esencia de todos los esfuerzos espirituales”. La purificación es el proceso de quitar o resolver las impresiones subconscientes, llamadas samskaras, de fechorías pasadas y experiencias molestas de esta y vidas pasadas. Como nota, el samskara más común se refiere al sacramento o rito que se hace para marcar una transición significativa en la vida, como el rito del matrimonio (vivaha samskara). Estos sacramentos hacen impresiones profundas y positivas en la mente de quien los recibe, informan a la familia y a la comunidad de los cambios de las vidas de sus miembros y aseguran las bendiciones del mundo interno. Aquí el término samskara se refiere a las huellas dejadas en el inconsciente por todas las experiencias, las cuales luego moldean nuestra naturaleza y afectan el curso de nuestra vida.

La Enciclopedia explica, “Las impurezas mentales son la causa raíz del placer y el dolor y, por lo tanto, perpetúan el ciclo del nacimiento y la muerte. El romper este ciclo y, así, poner final al pesar (duhkha) es la meta de la religión y filosofía hindú. La manera más segura de lograr esta meta es chitta-shuddhi. “Las cuatro prácticas que se mencionaron anteriormente (dharma, seva, puja y yoga) purifican la mente de las siguientes maneras.

Dharma: El adherirse al dharma y abstenerse de acciones adhármicas, como el herir a otros, robar y mentir; asegura el que no incrementemos la impureza de la mente.

Seva: También conocida como karma yoga, seva es una herramienta poderosa para reducir las impurezas de la mente. Adi Shankara expresó esto en Vivekachudamani: “El trabajo es para la purificación de la mente, no para la percepción de la Realidad. El darse cuenta de la Verdad viene de la discriminación, en lo más mínimo por diez millones de actos”. Mi gurú alentaba a los devotos a realizar cuatro horas de seva cada semana, especialmente servicio enfocado en ayudar a otros. “Levanta sus cargas solo un poco y, tal vez sin saberlo, podrías levantar algo que está agobiando tu mente. Al ayudar a otro, borras y limpias el espejo de tu propia mente. A esto le llamamos karma yoga, la práctica profunda de, a través del servicio, relajar los vasanas egoístas, egocéntricos de la naturaleza inferior que se han generado por muchas muchas vidas y los cuales atan el alma a la oscuridad”.

Nuestro propio léxico hindú explica: “Los vasanas son inclinaciones subliminales y patrones de hábito que, como fuerzas motrices, colorean y motivan nuestras actitudes y acciones futuras y, por lo tanto, contribuyen a las fluctuaciones de la mente, llamadas vritti”. Un vasana se crea cuando dos samskaras se mezclan, formando una amalgama que es más fuerte que la impresión individual experiencial. Swami Harshananda escribe en ‘A Concise Encyclopedia o Hinduism’: “Vasana es una impresión fuerte en la mente. Es tan fuerte que, cuando se presenta en la mente, la persona es forzada a actuar sin pensar en las consecuencias”. Los vasanas pueden ser positivos o negativos. Claro que son los negativos los que queremos ablandar a través de seva.

Puja: El asistir a pujas en el templo y en la capilla del hogar, nuestra tercera práctica primaria, purifica la mente a través del intercambio de prana, un aspecto del puja y homa que no se discute con frecuencia. Puja es el proceso de dar prana a la Deidad a través de ofrendas de fruta, comida cocinada, agua, incienso, flores con fragancia y leche. Luego, durante el arati culminante, la Deidad y sus ayudantes, o devas, regresan este prana al aura de cada devoto, purificándola de las congestiones subconscientes. El devoto que así ha sido bendecido se va sintiéndose animado y aliviado de cargas mentales

Jayendrapuri Mahaswamiji del Kailash Ashram en Bengaluru (India), después de una elaborada homa realizada en nuestro templo de Hawaii por tres de sus sacerdotes; explicó que Agni, el mensajero Dios del fuego, transmite las ofrendas de una forma purificada a la Deidad quien luego usa el prana para bendecir a los presentes. El efecto de tales bendiciones pueden cambiar la vida, como Gurudeva observó: “El Darshan que viene de los grandes templos de nuestros Dioses puede cambiar los patrones del karma que data de varias vidas pasadas, limpiando y clarificando las condiciones que fueron creadas cientos de años atrás y que solo son semillas ahora en espera de manifestarse en el futuro. A través de la gracia de los Dioses, estas semillas pueden quitarse si la manifestación en el futuro no mejorará la evolución del alma”.

Raja Yoga: Rishi Patanjali exalta el poder purificador de la cuarta práctica, raja yoga, en su Yoga Sutra: “Cuando los ocho miembros del yoga son practicados, las impurezas se reducen y el conocimiento radiante se manifiesta llevando a la discriminación como su diferencia”. Particularmente resalta el efecto purificador de la austeridad, tapas (lo que forma parte del segundo miembro, niyama). El Tirukural del Tiruvalluvar provee esta perspicacia: “Como el fuego intenso del horno refina el brillo del oro, así el ardiente sufrimiento de la austeridad purifica el alma hacia el resplandor”. Este verso puede traer imágenes de yoguis que sobreviven en una remota cueva de los Himalayas a base de sopa de ortigas o el bañarse en agua helada. Aunque las tapas abarcan tales prácticas intensas, también incluye algunas más sencillas que pueden ser realizadas por cualquiera.

Una forma simple de tapas es sacrificio, el renunciar a una posesión querida (ya sea dinero, tiempo o un objeto físico) para manifestar un bien mayor. El sacrificio, aunque similar a la caridad, se distingue por cierta forma de abnegación. Ejemplos que me gustan son el ayuno por un día o el dar dinero que se ha ahorrado a una institución Hindú, ahorrar dinero para una organización benéfica al tomar unas vacaciones con presupuesto moderado en lugar de unas extravagantes.

El llevar a cabo penitencia para expiar por acciones incorrectas es otra forma de tapas. Esto se realiza a través de actos como 108 postraciones ante la Deidad en el templo, el caminar postrándose alrededor del templo y “kavadi”, una penitencia ofrecida al Señor Murugan/Karttikeya. Gurudeva elabora: “La austeridad es el baño poderoso del fuego y rayos brillantes de luz que limpian al alma de la escoria de sus varias vidas pasadas y de su vida actual; escoria que ha mantenido al alma en el cautiverio de la ignorancia, del recelo, la falta del perdón y en la ignorancia auto perpetua de las verdades del Sanatana Dharma”.

Podemos alegrarnos del hecho de que las prácticas hindúes bien realizadas impactan la mente y transforman nuestra consciencia. Es a través de purificar la mente, silenciar el intelecto y espiritualizar el ego que somos capaces de crecer y evolucionar; y finalmente experimentar nuestra naturaleza del alma y la unidad con Dios. Nuestro paramagurú, Yogaswami de Sri Lanka, describía este proceso: “Cuando el apego mundano y la impureza de la mente desaparece, entonces hay atma-darshan”.